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Mostrando las entradas de septiembre, 2017

El Esperanzador - Lunes de la Semana 23, TOA - Lc 6, 6-11

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Jesús ofrece esperanza a aquellos que están desesperadamente necesitados de esperanza; así que cuando entró en la sinagoga, debió haber dado esperanza al hombre con la mano marchita, a pesar de la presencia hostil de otros. Y la esperanza del hombre necesitado de ella no fue decepcionada. En el evangelio de Lucas las últimas palabras que Jesús le dirige a otro ser humano sufriente como Él son palabras que dan esperanza a un condenado crucificado a su lado, "hoy estarás conmigo en el Paraíso". Para los creyentes que queremos dedicar nuestras vidas a la Paz, la Alegría y la Justicia, El Señor resucitado sigue siendo una presencia esperanzadora en nuestras vidas, en nuestros planes, en nuestros trabajos y en nuestros fracasos. En la carta a los Colosenses, Pablo se refiere a "Cristo entre ustedes, su esperanza de gloria". Pablo nos recuerda que el Señor vive entre nosotros, y que su presencia entre nosotros es el anticipo de la gloria eterna. Su presencia entre n

Reflexión en el Día de Todos Los Difuntos

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La Pérdida y el Enojo con Dios Estar enojado con Dios es algo con lo que muchas personas creyente, han luchado con el tiempo. Cuando algo trágico sucede en nuestras vidas, le preguntamos a Dios: "¿Por qué?" Esa es nuestra reacción natural. Lo que realmente preguntamos, sin embargo, no es tanto "¿Por qué, Dios?" sino "¿Por qué a mi, Dios? " Esta pregunta revela que como creyentes queremos una vida más fácil; y que Dios nos debe evitar cualquier tragedia. Cuando no lo hace, nos enojamos con Él. En segundo lugar, cuando no entendemos el alcance de la soberanía de Dios, perdemos la confianza en su capacidad de controlar las circunstancias, las actitudes de otras personas, y la forma en que eso nos afecta. Cuando no hace lo que “necesitamos” entonces nos enojamos con Dios. No confiamos en que es Él el que sabe lo que “necesitamos”. Cuando no nos complace pensamos que Él ha perdido el control del universo y sobre todo el control de nuestras

Trabajo y oración - Lc 4, 38-44 - Semana 22 TOA, Miércoles

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Nuestro evangelio describe a Jesús curando a la gente en Capernaum, al aterdecer todavía estaba trabajando, poniendo sus manos sobre los enfermos. Sin embargo, en medio de su trabajo, también encontramos a Jesús en oración; cuando llegó la luz del día, salió de la casa y se dirigió a un lugar solitario.  Había mucho trabajo por hacer, y, sin embargo, Jesús sabía el valor de detenerse y encontrar tiempo para la oración, para recargarse y hablar con su Padre. Mientras la gente realmente aprecia su trabajo, no parecen apreciar tanto su necesidad de oración. Cuando Jesús fue al lugar solitario para orar, las multitudes fueron a buscarlo, y cuando lo alcanzaron, trataron de impedir que los dejara. Quizás nuestros propios tiempos son iguales a los de la gente del tiempo de Jesús, no son muy diferentes. Se pone a menudo un valor más alto al trabajo, especialmente en las buenas obras, que en la oración.  Sin embargo, fue por su oración que Jesús fue capaz de resistir los esfuerzos