TOB - La Presentación - Los bebés nos señalan el futuro - Lc 2, 22-35
Cada vez que una madre da a luz, los miembros de la familia se emocionan y quieren admirar al nuevo bebé e invariablemente quieren abrazarlo, sostenerlo, besarlo aunque sea por un momento. Hay algo muy especial sobre la celebración de este paquetito de vida nueva. Los bebés son infinitamente fascinantes; nos involucran en muchos niveles. Nos enfocamos en ellos y nos cuesta apartar la vista de ellos. El evangelio relata que María y José entraron al Templo de Jerusalén con Jesús, su bebé recién nacido. Allí se encontraron con Simeón, sobre quien descansaba el Espíritu Santo, un hombre recto y devoto. Él toma al niño en sus propios brazos y lleno de gozo bendice a Dios. Si cada niño es infinitamente fascinante, ¿cuánto más habría sido el niño Jesús? Después de haber tomado en sus brazos a este niño, de oirlo y contemplado, Simeón estaba listo para dejar este mundo hacia el siguiente, lleno de paz, de gozo y de vida. Exclama emocionado: "Ahora, Maestro, puedes dejar que tu