Reflexión para la Fiesta de Pentecostés / Ciclo A - Jn 20,19-23
Celebramos hoy la fiesta solemne de Pentecostés
cincuenta días después de la Pascua.
Fiesta del Espíritu Santo y
la «inauguración» de la misión de la Iglesia.
Hch 2,1-11: Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Salmo responsorial 103:
Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra
1Cor 12,3b-7.12-13:
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Jn 20,19-23: Reciban el Espíritu Santo
La primera lectura de los Hechos es una construcción de San Lucas que quiere explicar la razón por la que los discípulos, como Jesucristo, tienen el poder para hacer las maravillas que ellos hacen. Para eso, Lucas recoge la «fiesta de las semanas» del antiguo Israel que celebraba la conmemoración de la llegada del pueblo al Sinaí donde Yahvé le entrega las tablas de la Ley a Moisés en medio de truenos relámpagos y viento huracanado.
Los elementos simbólicos del Sinaí y de Pentecostés, son elementos simbólicos de gran resonancia cósmica donde se que manifiestan la intervención renovadora de Dios en la historia humana.
En su carta a los Corintios, Pablo resalta la acción del Espíritu en la vida de los creyentes y en la construcción de la Comunidad eclesial. El Espíritu une la misión de la Iglesia a la misión de Jesús.
Jesús cambia su miedo, oscuridad, encierro y aislamiento en: paz, alegría y envío misionero. El Espíritu con su acción misteriosa transforma al creyente y a la comunidad. Hace que la Resurrección, ascensión, irrupción del Espíritu y la misión eclesial se muestren íntimamente articuladas. Estos son momentos simultáneos, progresivos y dinamizadores en la comunidad creyente.
- Con la irrupción del Espíritu Santo en la historia humana comienza una nueva forma de experimentar a Dios.
En su carta a los Corintios, Pablo resalta la acción del Espíritu en la vida de los creyentes y en la construcción de la Comunidad eclesial. El Espíritu une la misión de la Iglesia a la misión de Jesús.
Pablo sabe de las divisiones al interior de esta comunidad, por eso insiste que los dones, los carismas, los ministerios y los servicios vienen de un mismo Espíritu. Dice que todos los carismas, dones y ministerios están en función del crecimiento de la Iglesia.
La acción del Espíritu cualifica la misión de la Iglesia en el mundo
y no sólo para la santificación individual.
En el Evangelio, Juan presenta dos escenas contrastantes.
1) Los discípulos encerrados en una casa, llenos de miedo y al anochecer.
2) Jesús que entra, les comunica la paz, les muestra sus heridas como signo de su presencia real,
1) Los discípulos encerrados en una casa, llenos de miedo y al anochecer.
2) Jesús que entra, les comunica la paz, les muestra sus heridas como signo de su presencia real,
los llenan de alegría y les comunica el Espíritu que los hace listos para la misión.
Jesús promete a sus discípulos que pronto regresará, que nos les dejará solos y ¡cumple! Les dijo que el Espíritu Santo de Dios les ayudará a entender todo lo que él les anunció y ¡eso sucede!
Al soplar sobre ellos como Dios sopló para crear al ser humano, Jesús les comunica el Espíritu que todo lo crea y lo hace nuevo.
Ellos son las personas nuevas de la creación restaurada por la entrega amorosa de Jesús.
- Con la irrupción del Espíritu Santo en la historia humana comienza una nueva forma de experimentar a Dios.
- Pentecostés es el comienzo de la etapa definitiva en la historia de la salvación.
- Es el comienzo de la predicación del evangelio por parte de la Iglesia apostólica.
- El Espíritu empuja la Iglesia más allá de las fronteras geográficas, sociales y culturales y todos entienden el mensaje
en su propia lengua. Todos los pueblos hasta entonces conocidos indican que el mensaje evangélico es universal.
- Se hace en comunidad, cuando los discípulos están reunidos, y su anuncio inaugura una nueva comunidad.
A veces, la violencia, injusticias, miseria y la corrupción de la sociedad nos llenan de desesperanza, miedo y desaliento. No vemos salidas y nos encerramos en nosotros mismos, en nuestros asuntos individuales y olvidamos del gran asunto de Jesús.
De repente, Él irrumpe en nuestro interior, traspasa las puertas del corazón e ilumina el entendimiento para comprender que no nos ha abandonado, que sigue presente en la vida del creyente, en la comunidad y en el mundo.
Lo reconocemos actuando en muchas personas y organizaciones que luchan contra todas las formas de pecado que nos deshumanizan y alienan. El Espíritu de Dios sigue actuando en la historia aunque no lo percibamos porque lo hace en silencio.
Muchas veces no lo sentimos porque actúa en forma muy sencilla a través de gestos que pueden pasar desapercibidos. La prisa y preocupación diaria nos impide escucharlo y reconocerlo. Hay que procurar un tiempo de oración más profunda, tratando de escuchar las mociones que el Espíritu suscita en mí, en mi comunidad y en el mundo, en el compromiso del amor, de la atención a los pobres.
Oración
Dios nuestro, Espíritu inasible, Luz sobre toda luz,
Amor que está en todo amor, Fuerza y Vida
Amor que está en todo amor, Fuerza y Vida
que alienta en toda la Creación:
derrámate hoy de nuevo sobre toda la Creación
derrámate hoy de nuevo sobre toda la Creación
y sobre todos los pueblos,
para que buscándote más allá de los diferentes nombres
para que buscándote más allá de los diferentes nombres
con que te invocamos,
podamos encontrarte, y podamos encontrarnos en ti
unidos en amor a todo lo que existe.
Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos.
podamos encontrarte, y podamos encontrarnos en ti
unidos en amor a todo lo que existe.
Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos.
Lecturas en Lenguaje Latinoamericano para Pentecostés: Misa del día
Hechos de los apóstoles 2,1-11: Se llenaron
todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos
reunidos en el mismo lugar.
De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban,
y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos.
De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban,
y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos.
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en
otras lenguas,
según el Espíritu les concedía que se expresaran.
según el Espíritu les concedía que se expresaran.
Estaban de paso en Jerusalén judíos piadosos, llegados de
todas las naciones que hay bajo el cielo.
Y entre el gentío que acudió al oír
aquel ruido, cada uno los oía hablar en su propia lengua.
Todos quedaron muy
desconcertados y se decían, llenos de estupor y admiración:
«Pero éstos ¿no son todos galileos?
¡Y miren cómo hablan! Cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa.
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, del Ponto y Asia,
de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma,
unos judíos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias, cretenses y árabes.
Y todos les oímos hablar en nuestras propias lenguas las maravillas de Dios.»
«Pero éstos ¿no son todos galileos?
¡Y miren cómo hablan! Cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa.
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, del Ponto y Asia,
de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma,
unos judíos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias, cretenses y árabes.
Y todos les oímos hablar en nuestras propias lenguas las maravillas de Dios.»
Salmo responsorial: 103 (104) 1, 24, 29-30, 31, 34
Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus
criaturas.
R./ Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la
tierra.
Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la
tierra.
R./ Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
R./ Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.
Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.
R./ Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la
tierra.
1Corintios 12,3b-7.12-13: Hemos sido
bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Ahora les digo que ninguno puede gritar: «¡Maldito sea
Jesús!» si el espíritu es de Dios;
y nadie puede decir: «¡Jesús es el Señor!»,
sino con un espíritu santo.
Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu
es el mismo. Hay diversos ministerios, pero el Señor es el mismo. Hay
diversidad de obras, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos.
La manifestación del Espíritu que a cada uno se le da es para provecho común.
La manifestación del Espíritu que a cada uno se le da es para provecho común.
Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno;
por muchas que sean las partes,
todas forman un solo cuerpo. Así también
Cristo. Hemos sido bautizados en el único Espíritu
para que formáramos un solo cuerpo, ya fuéramos judíos o griegos, esclavos o
libres. Y todos hemos bebido del único Espíritu.
Juan 20,19-23: Como el Padre me ha enviado, así también los
envío yo. Reciban el Espíritu Santo
Ese mismo día, el primero después del sábado, los
discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas cerradas por miedo a
los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: «¡La paz
esté con ustedes!»
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los
discípulos se alegraron mucho al ver al Señor.
Jesús les volvió a decir: «¡La
paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo
también.»
Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.»
Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.»
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