Dilo una vez más, Pedro - Jn 21, 15-19 - Viernes VII semana de Pascua - A


Antes de que Jesús fuera crucificado, Pedro lo negó tres veces. Después de que Jesús resucitó de los muertos, se le apareció a Pedro y le preguntó tres veces: "¿Me amas?"

La pregunta en los labios de Jesús no es: "¿Por qué me negaste?" Sino "¿Me amas?" Esta pregunta no se centra en el pasado, sino que se centra en el presente. El pasado es pasado; Es el presente lo que importa.

La pregunta "¿Me amas?" Es una que todos podemos escuchar como dirigida a cada uno de nosotros personalmente. Esa pregunta nos pide que hagamos al Señor el punto central de nuestro amor; Él debe ser nuestro primer y más profundo amor. Anteriormente, en el evangelio de Juan, Jesús había dicho: "Como el Padre me ha amado, así también los he amado, permanezcan en mi amor".

Esta relación de amor entre el Señor y nosotros está en el corazón de nuestra fe; Todo lo demás fluye de ese amor y lo presupone. Pedro no pudo ser encargado del rebaño del Señor para alimentarlo y cuidarlo hasta que primero declaró públicamente su amor por el Señor. Nuestra propia relación personal con el Señor viene antes de cualquier trabajo que podamos hacer en su nombre. Nuestra vida de fe, nuestra participación en la obra del Señor de cuidar a su rebaño, el uno al otro, es vivir una relación personal de amor con el Señor Jesús.


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LECTURAS EN LENGUAJE LATINOAMERICANO


Viernes de la VII semana de Pascua

Primera lectura: Hch 25, 13-21
En aquellos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para saludar a Festo. Como se detuvieron algún tiempo allí, Festo expuso al rey el caso de Pablo con estas palabras:

"Tengo aquí un preso que me dejó Félix, cuya condenación me pidieron los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, cuando estuve en Jerusalén. Yo les respondí que no era costumbre romana condenar a ningún hombre, sin carearlo antes con sus acusadores, para darle la oportunidad de defenderse de la acusación.

Vinieron conmigo a Cesarea, y sin dar largas al asunto, me senté en el tribunal al día siguiente y mandé que compareciera ese hombre. Los acusadores que se presentaron contra él, no le hicieron cargo de ninguno de los delitos que yo sospechaba. Se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un tal Jesús, ya muerto, que Pablo asegura que está vivo.

No sabiendo qué determinación tomar, le pregunté a Pablo si quería ir a Jerusalén para que se le juzgara allá de esos cargos; pero como él pidió ser juzgado por el César, ordené que siguiera detenido hasta que yo pudiera enviárselo".

Salmo Responsorial: Salmo 102, 1-2. 11-12. 19-20
R. (19a) Bendigamos al Señor, que es el rey del universo. Aleluya.
Bendice, al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga su santo nombre.
Bendice, al Señor, alma mía,
y no te olvides de sus beneficios.
R. Bendigamos al Señor, que es el rey del universo. Aleluya.
Como desde la tierra hasta el cielo,
así es de grande su misericordia;
como dista el oriente del ocas,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
R. Bendigamos al Señor, que es el rey del universo. Aleluya.
E n el cielo el Señor puso su trono,
y su reino abarca el universo.
Bendigan al Señor todos los ángeles,
ejecutores fieles de sus órdenes.
R. Bendigamos al Señor, que es el rey del universo. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 26
R. Aleluya, aleluya.
El Espíritu Santo les enseñará todas las cosas
y les recordará todo cuanto yo les he dicho, dice el Señor.
R. Aleluya.



Evangelio: Jn 21, 15-19
En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".

Por segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Pastorea mis ovejas".

Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó: "Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.

Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras". Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: "Sígueme''.

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