TOC - Eclesiástico 2, 1-13 - Prepárate para las pruebas - Martes de la Semana de Pentecostes (7 sem)


Si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba.
Conserva recto tu corazón y sé decidido,
no te pongas nervioso cuando vengan las dificultades.

Apégate al Señor, no te apartes de él; si actúas así,
arribarás a buen puerto al final de tus días.
Aceptas todo lo que te pase
y sé paciente cuando te halles botado en el suelo.

Porque así como el oro se purifica en el fuego,
así también los que agradan a Dios pasan por el crisol de la humillación.

Confía en él y te cuidará; sigue el camino recto y espera en él.

Ustedes que temen al Señor, esperen su misericordia,
no se aparten de él, pues podrían caer.

Ustedes que temen al Señor, confíen en él: no perderán su recompensa.

Ustedes que temen al Señor, esperen recibir todo lo que vale la pena:
esperen misericordia y alegría eterna.

Recuerden lo que les pasó a sus antepasados:
¿quién confió en el Señor y se arrepintió de haberlo hecho?

¿Quién perseveró en su temor y fue abandonado?
¿Quién lo llamó y no fue escuchado?

Pues el Señor es ternura y misericordia;
perdona nuestros pecados y nos salva en los momentos de angustia.

¡Ay de los flojos que dejan caer sus brazos,
ay del pecador que se niega a elegir!

¡Ay de los flojos que no tienen confianza! por eso no serán protegidos.
Ay de ustedes que no han perseverado:
¿qué harán cuando el Señor les pida cuentas?

Los que temen al Señor no desobedecen sus mandamientos;
los que son fieles en amarle siguen sus caminos.

Los que temen al Señor tratan de agradarle;
los que lo aman se alimentan de su ley.


Los que temen al Señor tienen su corazón preparado; 
se humillan ante él y dicen:
"¡Pongámonos en las manos del Señor más bien que en las de los hombres,
pues su misericordia no es menos que su poder!"

Primero publicado el Martes 21 de Mayo del 2013

“ Quien quiera ser el primero que sea el servidor de todos ”

Primera lectura: Lectura del libro del Eclesiástico 2,1-13:
Hijo mío, cuando te acerques al temor de Dios, prepárate para las pruebas; mantén el corazón firme, sé valiente, no te asustes en el momento de la prueba; pégate a él, no lo abandones, y al final serás enaltecido. Acepta cuanto te suceda, aguanta enfermedad y pobreza, porque el oro se acrisola en el fuego, y el hombre que Dios ama, en el horno de la pobreza. Confía en Dios, que él te ayudará; espera en él, y te allanará el camino. Los que teméis al Señor, esperad en su misericordia, y no os apartéis, para no caer; los que teméis al Señor, confiad en él, que no retendrá vuestro salario hasta mañana; los que teméis al Señor, esperad bienes, gozo perpetuo y salvación; los que teméis al Señor, amadlo, y él iluminará vuestros corazones. Fijaos en las generaciones pretéritas: ¿quien confió en el Señor y quedó defraudado?; ¿quién esperó en él y quedó abandonado?; ¿quién gritó a él y no fue escuchado? Porque el Señor es clemente y misericordioso, perdona el pecado y salva del peligro.

Salmo: Sal 36 R/. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará
Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. R/.

El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán. R/.

Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa; 
porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles.
los inicuos son exterminados, la estirpe de los malvados se extinguirá. R/.

El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R/. 

Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37)
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.»
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mi no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

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Reflexión del Evangelio de hoy


Hoy, en el libro del Eclesiástico, Primera Lectura, se nos pide vivir una sabiduría práctica, efectiva y real, que no se quede en la pura teoría: “Hijo mío, prepárate para las pruebas”. Porque llegarán. Y es entonces el momento de validar nuestra confianza y fidelidad a Dios.
En el Evangelio, Jesús vuelve a hablar a sus discípulos de su pasión y de su muerte. Y Pedro, aprendida la lección de Jesús, se calla y trata de asumir, aunque no entienda, lo inevitable.

Los importantes
La firmeza y la claridad con que Jesús les anuncia lo que va a suceder con él, por segunda vez, tenía que provocar en ellos sentimientos similares a los de Jesús: “Va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán”. Pues, a pesar de la insistencia de Jesús, “no entendieron nada”, y, lo que es más grave, “les daba miedo preguntarle”. Y también les daba miedo el riesgo de no estar bien colocados a la hora de la posible ausencia del Señor: ¿Serían todos iguales? ¿Habría algún riesgo de que alguno de ellos pisara a los demás y se declarara “el primero”? ¿Quién era, entre ellos, el más importante?

“Llegados a Cafarnaún y ya en casa les pregunta: ¿de qué discutíais por el camino?” Y dice san Marcos que ellos, como párvulos sorprendidos en la primera picia escolar, “no contestaron”. No contestaron porque habían discutido “quién era entre ellos el más importante”. Esto era para ellos – y quizá es ahora para nosotros- lo fundamental, por encima de lo que les estaba diciendo Jesús sobre su próxima pasión y muerte en Jerusalén. Por eso tuvo que comenzar otra vez por el principio.

Los primeros. Grandeza de lo pequeño
“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Según Jesús, no es el primero ni importante el hombre de prestigio, seguro de sí mismo, exitoso en la vida profesional, aplaudido por las gentes y buscado por los medios. Importantes son los hombres y mujeres que, aunque lo tengan, no viven para el éxito personal; los que se preocupan por la felicidad de los demás y, para lograrlo, ponen su vida al servicio de los otros. Son personas creativas, que tratan de detectar situaciones inhumanas o con escasa humanidad, para actuar, servir, ayudar, liberar, humanizar.

Y lo hacen con actitudes y formas evangélicas, con bondad, cercanía y hasta con ternura. Bondad que envuelve su trabajo, su quehacer de cada día, sus relaciones, su convivencia entera. El agradecimiento que manifiestan a la vida, don que reciben de Dios cada mañana, lo expanden y entregan a los demás, a quienes escuchan y con quienes trabajan, caminan, comen, lloran y ríen.

No se trata de idealizar el peso de lo cotidiano y la experiencia de la mediocridad que puede acompañar, siendo sinceros, nuestra vida y conducta. Sino de valorar la vida de cada día donde los seguidores de Jesús preparamos y vamos encontrando la vida eterna.

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino

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