TOA - Viernes, Semana 29 - Esperar es difícil - Lc 12, 54-59

La esperanza es la virtud principal más difícil de apreciar y practicar, ya que de muchas maneras la Fe y el Amor son más obvios. La fe doctrinal se puede aclarar mediante el estudio de la Biblia y los documentos de la Iglesia, mientras que el amor se puede practicar (o no) claramente en nuestra respuesta a las necesidades obvias de nuestro prójimo. De las tres grandes virtudes, Esperanza es quizás la más intangible. 

Pablo ofrece una visión existencial de la esperanza. Los desafíos de la vida no se contemplan con calma desde la distancia, sino desde dentro, desde dentro del propio corazón. Pablo fue un apóstol talentoso y creativo, pero también un personaje espinoso para muchos, especialmente para Pedro y los cristianos judíos. A veces se siente frustrado y abatido. 

En otras ocasiones, reacciona de manera tan impulsiva que sus acciones parecen estar hechas contra su propia voluntad. Pablo sufre mucho con esta situación: "Mi ser interior está de acuerdo con la ley de Dios, pero veo en mí otra ley en guerra con la ley de mi mente". Esto lo lleva al grito apasionado, "¡qué miserable soy! . ¿Quién puede liberarme de este cuerpo bajo el poder de la muerte?

La autocrítica no termina en gemidos inútiles, sino que florece en un acto de acción de gracias, "¡Alabado sea Dios por Jesucristo nuestro Señor!" Pablo es sinceramente consciente de estar en conflicto, confundido, atrapado entre sus ideales y el omnipresente peligro de arrogancia y orgullo.

El evangelio de hoy muestra cómo la impulsividad se puede convertir en una virtud necesaria. Algunas oportunidades no llegan por segunda vez, quedarnos en nuestro fracaso de una ocasión podría significar perder una oportunidad de oro. Algunas gracias pertenecen a el día y la hora, el kairos, un término bíblico favorito. Kairos no es solo un momento ordinario como cualquier otro en la larga secuencia de tiempo (chronos) sino un momento muy especial con implicaciones vitales. El momento debe aprovecharse, por amor y fidelidad. Lo que está en juego es alto, y no decidir es en sí mismo una decisión negativa.

Los contemporáneos de Jesús sabían si la lluvia venía de la dirección del viento; podían leer la faz de la tierra y el cielo. Jesús se preguntaba por qué no podían leer los signos de los tiempos en que vivían. Aún por lo que Él decía y hacía, no reconocían, que Dios vivía entre ellos de un modo especial. Hoy, nosotros también podemos ser muy conscientes de las formas del clima pero no tan conscientes de las formas en que el Señor está presente y se mueve entre nosotros. Jesús nos prometió estar con nosotros siempre hasta el fin de los tiempos. Los signos de su presencia pueden ser sutiles y silenciosos, pero, muy reales. 

Oremos hoy para que nuestros ojos vean las formas en que el Señor está presente para nosotros, especialmente en aquellos a quienes encontramos en el transcurso de nuestros días.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Viernes, semana 29, Ciclo A

Primera lectura: Rom 7, 18-25
Hermanos: Bien sé yo que nada bueno hay en mí, es decir, en mi naturaleza humana deteriorada por el pecado. En efecto, yo puedo querer hacer el bien, pero no puedo realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero; y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado, que habita en mí.

Descubro, pues, en mí esta realidad: cuando quiero hacer el bien, me encuentro con el mal. Y aunque en lo más íntimo de mi ser me agrada la ley de Dios, percibo en mi cuerpo una tendencia contraria a mi razón, que me esclaviza a la ley del pecado, que está en mi cuerpo.

¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, esclavo de la muerte? ¡La gracia de Dios, por medio de Jesucristo, nuestro Señor!

Salmo Responsorial: Salmo 118, 66. 68. 76. 77. 93. 94 / R. Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Enséñame a gustar y a comprender, tus preceptos, pues yo me fío de ellos.
Tú, que eres bueno y haces beneficios, instrúyeme en tus leyes.
R. Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Señor, que tu amor me consuele, conforme a las promeses que me has hecho.
Muéstrame tu ternura y viviré, porque en tu ley ha puesto mi contento.
R. Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Jamás olvidaré tus mandamientos, pues con ellos me diste vida.
Soy tuyo, sálvame, Pues voy buscando tus leyes.
R. Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.

Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
R. Aleluya.

Evangelio: Lc 12, 54-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: 
"Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el poniente, enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve. 

Cuando el viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así sucede. 

¡Hipócritas! 
Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, 
¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? 
¿Por qué, pues, 
no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer ahora?

Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la autoridad, haz todo lo posible por llegar a un acuerdo con él en el camino, 
para que no te lleve ante el juez, el juez te entregue a la policía, y la policía te meta en la cárcel. 
Yo te aseguro que no saldrás de ahí hasta que pagues el último centavo''.

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