TOB, Lunes, 7ma Semana - Nuestro propio lugar - Jn 15, 9-17 - San Matías

Después de que Judas escogió abandonar a Jesús, el equipo de doce apóstoles se redujo a once. Era importante revitalizar todo el equipo y llenar la vacante, porque ese número doce es muy significativo en la primera era.

Israel consistía en doce tribus y los doce seleccionados por Jesús eran el núcleo del nuevo Israel, el pueblo de Dios revivido que consistiría en judíos y no judíos. Matías fue el elegido para reemplazar a Judas y restaurar la integridad de los doce originales (Hch 1: 17-25). Cuando Santiago el Mayor fue asesinado hacia el a. 44 (Hec 12, 2) no se nombró otro en su lugar, ni incluso San Pablo fue considerado para reemplazarlo. Los "Doce Apóstoles" elegidos por Jesús lo son para el presente y para el futuro, cuando "juzguen (como nuevos doce patriarcas) a las doce tribus de Israel" (Mt 19, 28; Le 22, 31); y por su número ellos expresan una plenitud que, en este caso, representa la plenitud del Pueblo de Dios.

Fue la continuidad mezclada con la diferencia. Mientras que los doce originales fueron elegidos por Jesús, correspondía a los apóstoles elegir un reemplazo para Judas. ¿Cómo lo harían? Entendieron que necesitaría ser alguien que haya sido testigo del ministerio público de Jesús desde el momento de su bautismo hasta la ascensión. Después de haber nominado a dos personas adecuadas de entre el grupo más grande de discípulos, ellos oraron pidiéndole al Señor que les mostrara cuál de los dos había elegido. Esta es una mezcla interesante de juicio humano y sumisión a la guía divina. Esos primeros discípulos usaron su juicio y discernimiento, pero también se dieron cuenta de que tenían que pedir la iluminación a Dios. En nuestras propias vidas también necesitamos ambos. Tenemos que usar nuestro juicio y experiencia para ver qué pasos tomar; e igualmente, nos confiamos al Señor en oración.

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Lecturas en Lenguaje Latinoamericano TOB, 7ma semana, Lunes, Fiesta de San Matías


Primera lectura: Hch 1, 15-17. 20-26
En aquellos días, Pedro se puso de pie en medio de los hermanos y dijo: “Hermanos, tenía que cumplirse aquel pasaje de la Escritura en que el Espíritu Santo, por boca de David, hizo una predicción tocante a Judas, quien fue el que guió a los que apresaron a Jesús. Él era de nuestro grupo y había sido llamado a desempeñar con nosotros este ministerio. Ahora bien, en el libro de los Salmos está escrito: Que su morada quede desierta y que no haya quien habite en ella; que su cargo lo ocupe otro. Hace falta, por lo tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno que sea de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba hasta el día de la ascensión”.

Propusieron entonces a dos: a José Barsabá, por sobrenombre “el Justo”, y a Matías, y se pusieron a orar de este modo: “Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra a cuál de estos dos has elegido para desempeñar este ministerio y apostolado, del que Judas desertó para irse a su propio lugar”.

Echaron suertes, le tocó a Matías y lo asociaron a los once apóstoles.

Salmo Responsorial: Salmo 112, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 (8)
Bendito sea el Señor, alábenlo sus siervos.
Bendito sea el Señor, desde ahora y por siempre.
R. Lo puso el Señor entre los jefes de su pueblo.
Desde que sale el sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
Dios está sobre todas las naciones, su gloria, por encima de los cielos.
R. Lo puso el Señor entre los jefes de su pueblo.
¿Quién hay como el Señor, ¿Quién iguala al Dios nuestro,
que tiene en las alturas su morada, y sin embargo de esto,
bajar se digna su mirada para ver tierra y cielo?
R. Lo puso el Señor entre los jefes de su pueblo.
El levanta del polvo al desvalido, y saca al indigente del estiércol,
para hacerlo sentar entre los grandes, los jefes de su pueblo.
R. Lo puso el Señor entre los jefes de su pueblo.

Aclamación antes del Evangelio: Jn 15, 16R. Aleluya, aleluya.
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.
R. Aleluya. 

Evangelio: Jn 15, 9-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena.
Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos, que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.

No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros’’.

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