Tengo fe, pero dudo, ayúdame - Mc 9,13-28, Lunes, 7ma semana TOA



Sal 12, 6

Señor, yo confío en tu misericordia:
que mi corazón se alegre porque me salvaste.
Cantaré al Señor, porque me ha favorecido.


Las cosas que sucedían en tiempos de Jesús sorprendían y a la vez atemorizaban a la gente, sucede lo mismo con cosas que no conocemos y que sucede a nuestro alrededor.

La fe no intenta resolver todas las dudas físicas y sociales de la gente, quiere ayudar a entenderlas desde un contexto en el que junto con Dios somos actores en todos los acontecimientos del mundo y de la sociedad, no somos espectadores ni entes pasivos, todos tenemos parte en lo que sucede alrededor y nos sucede.

Es en este contexto en el que se produce este impactante diálogo entre Jesús y el padre del niño “poseído por un espíritu sordomudo”. Jesús pregunta ¿De qué están discutiendo? Y se le presenta al niño atormentado por el mal espíritu. Cuando conversa con el padre le pregunta ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? Y él contesta. Luego le pide que lo sane, pero aún duda de si es posible, hay tantos que han tratado y fracasado que sus esperanzas se hacen menores. Jesús vuelve a preguntar: ¿Qué quiere decir eso de 'si puedes'? Le sigue una afirmación categórica: Todo es posible para el que tiene fe". Afirma con poder porque sabe que la fe es tomar una opción, no una obligación. Esto desarma al padre que responde entre llantos. “Creo pero socorre mi falta de fe”.

La lección de Jesús es que quien se abandona en las manos de Dios, descubre la verdadera fuerza la vida en abundancia que sale de él y nos impulsa a mejorar y a mejorarnos. Abandonarse a Dios significa caminar por la vía de la fe, optar por Él, la oración nos ayuda a entrar en ese misterio. El  padre es el personaje clave del relato. Es el pedagogo de la  fe. Su testimonio es vital  para  ayudar a crecer en la fe a los que siguen de cerca a Jesús. Creer, tener fe, es abrirnos a la acción de Dios en nuestras vidas, a reconocer su acción en cada cosa y en cada momento. Para aprender a abandonarnos debemos replantear nuestra manera de orar, la manera de creer y de esperar, debemos centrarla en Jesús, conocerlo, amarlo y compartirlo.
Debemos aprender a clamar a Dios, con sinceridad de corazón, que aumente nuestra fe.
Oración
Concédenos, Dios todopoderoso,
que, meditando sin cesar las realidades espirituales,
llevemos a la práctica en palabras y obras
cuanto es de tu agrado.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

_______________________________________________________


Mc 9, 14-29


En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo. 

Él les preguntó: "¿De qué están discutiendo?" De entre la gente, uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido".

Jesús les contestó: "¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho". Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó el padre: "Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos".

Jesús le replicó: "¿Qué quiere decir eso de 'si puedes'? Todo es posible para el que tiene fe". Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: "Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta". Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él". Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.

Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?" Él les respondió: "Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno".

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Cuando el ministerio va bien - Lucas 8,1-3

Nuestro potencial interno - Lucas 8:4-15

TOC - Eclesiástico 2, 1-13 - Prepárate para las pruebas - Martes de la Semana de Pentecostes (7 sem)