Ganando corazones, no argumentos - Jn 5, 31-47 - Jueves, 4ta semana de Cuaresma A


Hoy nuestras lecturas se centran en las quejas y las críticas, una respuesta humana muy común a los acontecimientos. 

¡Nuestros antepasados ​​judíos se quejaban de todo en su largo camino a través del desierto del Sinaí! Dios le hace notar a Moisés lo rígido que tenían sus cuellos, no quieren ser guiados. ¡Hasta el Señor se cansa y se aburre de tanto talán, talán! Quiere renunciar a ellos y comenzar una nueva nación, fundada ya no en Abraham, sino en Moisés y sus hijos. "Haré de ti una gran nación". 

¿Viene de Yahvé esta actitud o es una proyección de la propia frustración de Moisés? Moisés mismo había dudado a veces. Lo hizo cuando Yahvé le pidió golpear la roca para sacar agua (Núm. 20, 6-13). 

Si a veces Moisés confunde su propio estado de ánimo con la voluntad de Dios, entonces refleja bien lo que a veces nos pasa a nosotros mismos que, como Moisés, también podemos pensar que nuestras deseos y necesidades deben ser la expresión de la santa voluntad de Dios!

Así como le pasó a Moisés, Jesús tuvo que enfrentar continuamente los argumentos de sus críticos. Cuando sana a un hombre que estuvo cojo por muchos años, ellos le critican que tales cosas no deben hacerse en el día de reposo. ¡No importa si la persona sanó! Tanto Jesús (como la iglesia primitiva) paciente y cuidadosamente explican la razón de sus acciones. Apelando a lo que buscaban de Juan el Bautista, Jesús les aclara que sus milagros no son obras suyas sino de su Padre celestial. Busca comunicarse con el Espíritu que Dios Padre puso en la mente de cada persona y que habla fuerte en las Escrituras.

Cuando estamos en medio de un animado argumento, a menudo debemos decidir qué enfoque es el mejor para alcanzar un resultado positivo. Si actuamos según nuestra convicción interior, y nos dejamos guiar por el Señor, nos hará sentir que nuestro día fue provechoso. Esta actitud serena nos permite perseverar y aleja la tentación de renunciar. Fue así que Moisés y su comunidad de fe cruzó el río Jordán, y, aunque después de un largo retraso, finalmente entró a la tierra prometida. Nuestro objetivo principal no debe ser pues ganar argumentos sino ganar a la gente para Dios.


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LECTURAS EN LENGUAJE LATINOAMERICANO
Jueves de la IV semana del Cuaresma


Primera lectura: Ex 32, 7-14
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: "Anda, baja del monte, porque tu pueblo, el que sacaste de Egipto, se ha pervertido. No tardaron en desviarse del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se han postrado ante él y le han ofrecido sacrificios y le han dicho: 'Éste es tu dios, Israel; es el que te sacó de Egipto' ".

El Señor le dijo también a Moisés: "Veo que éste es un pueblo de cabeza dura. Deja que mi ira se encienda contra ellos hasta consumirlos. De ti, en cambio, haré un gran pueblo".

Moisés trató de aplacar al Señor, su Dios, diciéndole: "¿Por qué ha de encenderse tu ira, Señor, contra este pueblo que tú sacaste de Egipto con gran poder y vigorosa mano? 

¿Vas a dejar que digan los egipcios: 'Los sacó con malas intenciones, para hacerlos morir en las montañas y borrarlos de la superficie de la tierra'? Apaga el ardor de tu ira, renuncia al mal con que has amenazado a tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, siervos tuyos, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: 'Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo y les daré en posesión perpetua toda la tierra que les he prometido' ".

Y el Señor renunció al castigo con que había amenazado a su pueblo.

Salmo Responsorial: Salmo 105, 19-20. 21-22. 23
En el Horeb hicieron un becerro, un ídolo de oro, y lo adoraron.
Cambiaron al Dios que era su gloria
por la imagen de un buey que como pasto.

R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.
Se olvidaron del Dios que los salvó, y que hizo portentos en Egipto,
en la tierra de Cam, mil maravillas, y en las aguas del mar Rojo, sus prodigios.
R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Por eso hablaba Dios de aniquilarlos; pero Moisés, que era su elegido,
se interpuso, a fin de que, en su cólera, no fuera el Señor a destruirlos.
R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Aclamación antes del Evangelio: Jn 3, 16
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único,
para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Evangelio: Jn 5, 31-47
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Si yo diera testimonio de mí, mi testimonio no tendría valor; otro es el que da testimonio de mí y yo bien sé que ese testimonio que da de mí, es válido.

Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz. Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre.

El Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no habita en ustedes, porque no le creen al que él ha enviado.

Ustedes estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues bien, ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y ustedes no quieren venir a mí para tener vida! Yo no busco la gloria que viene de los hombres; es que los conozco y sé que el amor de Dios no está en ellos. Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me han recibido. Si otro viniera en nombre propio, a ése sí lo recibirían. ¿Cómo va a ser posible que crean ustedes, que aspiran a recibir gloria los unos de los otros y no buscan la gloria que sólo viene de Dios?

No piensen que yo los voy a acusar ante el Padre; ya hay alguien que los acusa: Moisés, en quien ustedes tienen su esperanza. Si creyeran en Moisés, me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí. Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo darán fe a mis palabras?''

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