Reconociendo la Gracia - Lc 11, 14-23 / Jueves 3ra Semana de Cuaresma A



Algunas personas del tiempo de Jesús pensaban y vivían completamente equivocadas declarando que Jesús curaba gracias al poder de Satanás.
En vez de reconocer que Dios estaba trabajando poderosamente en Jesús, declaraban que era Satanás quien estaba trabajando en su vida.
Es difícil concebir que se pueda vivir en un error mayor que este.
Estaban convirtiendo el bien en un mal y al mal lo llamaban bueno.

Los fariseos hablan desde una perspectiva lógica particular. Estaban frente a un poder sobrenatural, y no creían que Jesús fuera el Hijo de Dios; por eso, eliminan la posibilidad de que tal poder venga de Dios. Plantean más bien que ese poder debía venir del mundo invisible de las tinieblas, de modo que atribuyeron la sanidad al poder de Belzebú.

En respuesta a su grave error de juicio, Jesús declaró que su obra de sanación fue hecha a través del dedo de Dios. Dios trabaja en Jesús aunque algunos de sus contemporáneos no puedan verlo. Muchas veces, también nosotros podemos ser ciegos para ver el dedo de Dios, a la obra de Dios entre nosotros.

De una u otra manera, somos tan beneficiados por Dios y apenas lo notamos o reconocemos. El Señor nos bendice y en lugar de reconocer la bendición y dar gracias por ella nos enfocamos en lo que no tenemos o lo que está mal en nuestras vidas.


¿Qué es eso del "Dedo de Dios"?
Para entender Lc 11,20 cuando Jesús dice que derrotar demonios por el dedo de Dios es importante ir al pasaje paralelo en Mt 12, 28 donde Jesús dice "Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a ustedes el reino de Dios " (Mt 12, 28).

El "dedo de Dios" es, pues, sinónimo del Espíritu Santo.  El poder viene de su unión con el padre que ama a todo lo que ha creado y lo quiere sano.

La lógica del mundo no le encuentra sentido a esto. Es como tratar de entender por qué tantos doctores dedican sus vidas a sanar y salvar vidas de manera gratuita y generoso aún a riesgo de sus propias vidas.

Necesitamos seguir orando para conseguir el don de ver como Jesús ve, que es lo opuesto a lo que la gente en el evangelio siempre quiso ver. Jesús vio la obra de Dios en la creación, en el sembrador, en la viña, en las flores del campo y en las aves del cielo. Vio la presencia de Dios en aquellos a quienes muchas personas habían rechazado y anulado.

Jesús nos enseña a ver con ojos generosos y  esperanzadores, una esperanza que nos fortalece y nos cambia. Cuando vemos el mundo, la vida, el día a día con ese tipo de ojos, entonces, en las palabras de Pablo, seremos inspirados a dar gracias en todas las circunstancias.

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Lc 11, 14-23
Las sanaciones demuestran que Jesús actúa con la autoridad de Dios

En aquel tiempo, Jesús expulsó a un demonio, que era mudo. Apenas salió el demonio, habló el mudo y la multitud quedó maravillada. Pero algunos decían: "Éste expulsa a los demonios con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.

Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: "Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios con el dedo de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama".

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