Nos llama por nuestro nombre - Jn 20, 11-18

Hay cierta tristeza en el evangelio de hoy, donde María Magdalena está afuera de la tumba llorando. Los ángeles le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Jesús también le pregunta el motivo de sus lágrimas. Ella está afligida porque no puede encontrar a su Señor. Nosotros también sufrimos cuando perdemos a alguien importante para nosotros, o cuando son importar lo mucho que lo intentemos, no podemos conectarnos con alguien significativo para nosotros. Buscar y no encontrar nos entristece. En el caso de María, ella buscó y encontró, o más bien, el Señor a quién ella buscaba la encontró, la llamó por su nombre, "María".

No siempre encontraremos a nuestros seres queridos cuando los busquemos, pero nuestro corazón sabe que siempre encontraremos al Señor si lo buscamos, porque él siempre nos está buscando. Él es nuestro Señor, el buen pastor que nos llama por nuestro nombre, incluso antes de que comencemos a buscarlo. Nuestra búsqueda del Señor es siempre en respuesta a la búsqueda del Señor por nosotros. Él vino a buscar y salvar a los perdidos, y todos estamos perdidos hasta cierto punto.

El Señor nos busca en su amor. Todo lo que tenemos que hacer es ponernos en el camino de su búsqueda de amor, como lo hizo María Magdalena. Ella nos enseña cómo buscar al Señor en nuestro momento de dolor y de pérdida: buscando con insistencia y consistencia. Amando con pasión y dejándonos amar, porque en el amor está Dios, porque Dios es amor.

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Lectura en Lenguage Latinoamericano

Jn 20, 11-18
El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: "¿Por qué estás llorando, mujer?" Ella les contestó: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto".

Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: "Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?" Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: "Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto". Jesús le dijo: "¡María!" Ella se volvió y exclamó: "¡Rabuní!", que en hebreo significa 'maestro'. Jesús le dijo: "Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios' ".

María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.

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