Una mujer mal juzgada - Jn 20, 1-2. 11-18


Muchas personas tienden a hacer juicios primero y averiguar los hechos después. Las personas que quieren seguir a Cristo tienen que ser conscientes de la tentación de pre-juzgar a los demás. Lo que somos, lo que hemos vivido y lo que hemos conseguido en la vida no ha hecho tener nuestros propios prejuicios.

Como alguien con su salud mental quebrada (y liberada por Jesús de sus "siete demonios") María Magdalena probablemente tuvo que soportar la negatividad de los demás. ¿Quién quiere estar cerca de una loca? Los padres advertirían a sus hijos evitarla, no vaya a ser que ellos también sean poseídos por esos demonios.

Sin embargo, Jesús se acercó a ella con bondad, se puso en contacto con la verdadera María, la mujer detrás de la fachada que gente había construido con sus cuentos acerca de ella. María respondió dedicando el resto de su vida a seguir a Jesús y apoyarlo en su ministerio, sin importarle el costo sea financiero, fisico o emocional.

Ella buscó al Señor, pero no lo pudo encontrar. Sin embargo, Jesús la encuentra a ella y la llama por su nombre, "María." Nosotros también buscamos al Señor, como María Magdalena. Como ella, también somos buscados por el Señor. De hecho, el Señor nos busca antes de que nosotros lo busquemos a él. Como María Magdalena,  aunque nos esforzamos por encaminarnos hacia el Señor, es el Señor que siempre está en camino hacia nosotros y nos llama por nuestro nombre, porque nos conoce muy bien. Él es el Buen Pastor que, después de dar su vida por nosotros, ahora nos llama por nuestro nombre. Al llamarnos por nuestro nombre, el Señor también nos envía, como se envió a María Magdalena, a comunicar a los que encontremos, la buena nueva de su presencia Pascual entre nosotros. El Señor que nos llama nos hoy pide ser sus mensajeros ante los demás.

En la larga tradición de la iglesia, incluso en su tradición artística, María Magdalena ha sido retratada como la pecadora arrepentida. Esto se debe en gran medida a que la identifican erróneamente con la mujer pecadora que lava los pies de Jesús con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. No hay evidencia en los evangelios que sugieran que ella era más pecadora que los otros discípulos de Jesús. El Evangelio que leemos en su fiesta la retrata como una persona cuya devoción a Jesús le hizo ir temprano a la tumba el primer domingo en la mañana. Su devoción sincera la hizo quedarse afuera, llorando por la pérdida de Jesús. Es cuando descubre que el cuerpo de Jesús no estaba allí.
 
En la devoción popular, María Magdalena es la patrona de los penitentes, las prostitutas reformadas, las perfumistas, los peluqueros y los boticarios. 

En los cuadros clásicos, se la representa en una postura de  penitencia o en una actitud reflexiva, a los pies de la Cruz o ante un crucifijo, en la tumba vacía, o encontrándose con Cristo resucitado (a menudo con las palabras "Noli me tangere" - "No me toques"), o incluso luego de morir, llevada por los ángeles al cielo. 

Ella es a menudo pintada con su frasco de alabastro; un cráneo que simboliza penitencia, y un espejo; con el cabello largo y suelto (a menudo rojo); en lágrimas y vestidos rojos. 

Pero en el Evangelio, ella es una devota discípula de Jesús, cuya vida fue renovada gracias a su cercanía con él, y que fue privilegiada al ser la primera testigo de su resurrección.




Lectura en Lenguage Latinoamericano

Evangelio: Jn 20, 1-2. 11-18
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba.
Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".

María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús.
Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco,
sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies.
Los ángeles le preguntaron: "¿Por qué estás llorando, mujer?"
Ella les contestó: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto".

Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
Entonces él le dijo: "Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?"
Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: "Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto".
Jesús le dijo: "¡María!" Ella se volvió y exclamó: "¡Rabbuní!", que en hebreo significa 'maestro'.
Jesús le dijo: "Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre.
Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios' ".

María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.

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