Él siempre está con nosotros - Mt 18, 15-20 - Miércoles, Semana 19 TOA


Jesús deja bien en claro que ninguno de nosotros puede pertenecer a él si no pertenecemos los otros creyentes. Algunos problemas se resuelven rápidamente entre las personas afectadas; otros son más difíciles y requieren que alguien fuera del círculo inmediato intervenga para ayudar a solucionarlos en paz.

El testimonio de la iglesia se da de una manera comunitaria, no por la palabra de una sola persona sino por la de "dos o tres testigos". Cuando dice: "donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo entre ellos", Jesús nos pide que oremos dentro de la Iglesia en comunión, de lo contrario, incluso nuestros mejores esfuerzos y momentos pueden degenerar en mero individualismo.

Para las personas con otros a su cuidado, la tarea principal no es ser popular sino ser de ayuda. Y ayudamos más aceptando nuestra responsabilidad.

La tradición judía dice que cuando dos judíos piadosos se sientan para discutir las palabras de la ley judía, la presencia divina está con ellos. En el evangelio de hoy, Jesús es presentado como haciendo una afirmación relacionada pero a la vez diferente.

Declara que cuando dos o tres están reunidos en su nombre, él mismo está allí en medio de ellos.

En el evangelio de Mateo, Jesús es Emmanuel, Dios-con-nosotros. Él mismo es la presencia divina entre nosotros. Cuando como sus seguidores nos reunimos en su nombre, por su causa, él está con nosotros como el Emmanuel, Dios con nosotros. Jesús dice que bastan sólo dos seguidores para asegurar su presencia divina en nosotros, Emmanuel.

Cuando nos reunimos en el nombre del Señor para orar, ya sea la oración de la Eucaristía o alguna otra forma de oración, el Señor está allí. No tenemos que entrar en la presencia del Señor en tales ocasiones, ya estamos en ella. Sólo debemos ser conscientes de quien está presente entre nosotros. Es por eso que la atención, la conciencia de su presencia entre nosotros, está siempre en el corazón de la oración, especialmente la oración comunitaria.

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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Miércoles de la semana 19 TOA


Primera lectura: Dt 34, 1-12

En aquellos días, Moisés subió del valle de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, que mira hacia Jericó. Desde ahí le mostró el Señor todo el país: la región de Galaad hasta Dan; el territorio de Neftalí, de Efraín y de Manasés; todo el territorio de Judá hasta el mar Mediterráneo; las tierras del sur; el amplio valle que circunda a Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Soar, y le dijo: "Esta es la tierra que les prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciéndoles que se la daría a sus descendientes. A ti te la he dejado ver con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella".

Y Moisés, siervo del Señor, murió ahí, en Moab, como había dicho el Señor. Lo enterraron en el valle de Moab, frente a Bet Fegor, pero hasta el día de hoy nadie ha conocido el lugar de su tumba. Moisés murió a la edad de ciento veinte años y no había perdido la vista ni las fuerzas. Los israelitas estuvieron llorando a Moisés en el valle de Moab treinta días, tiempo señalado para el duelo de Moisés.

Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos. Los israelitas lo obedecieron, como el Señor se lo había ordenado a Moisés. No ha vuelto a surgir en Israel ningún profeta como Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara; ni semejante a él en las señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto, contra el faraón, su corte y su país; ni por su poder y los grandes portentos que hizo en presencia de todo el pueblo de Israel.

Salmo Responsorial: Salmo 65, 1-3a. 5 y 16-17 / R. Bendito sea el Señor. 
Que aclame al Señor toda la tierra. Celebremos su gloria y su poder,
cantemos un himno de alabanza, digamos al Señor: "¡Tu obra es admirable!"
R. Bendito sea el Señor.
Admiremos las obras del Señor, los prodigios que ha hecho por los hombres.
Naciones, bendigan a nuestro Dios, hagan resonar sus alabanzas.
R. Bendito sea el Señor.
Cuantos temen a Dios, vengan y escuchen, y les diré lo que ha hecho por mí.
A él dirigí mis oraciones y mi lengua le cantó alabanzas.
R. Bendito sea el Señor.

Aclamación antes del Evangelio: 2 Cor 5, 19
R. Aleluya, aleluya.
Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo,
y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación.
R. Aleluya.

Evangelio: Mt 18, 15-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.

Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.

Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos''.

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