Paz y Conflicto - Mt 10, 34–11, 1 - Lunes, 15ta. semana TOA

A partir de hoy, las lecturas de Éxodo conducen a la teofanía en el Monte Sinaí (Ex 19), seguida de las directrices para guardar el pacto (Ex 20-23) y su ratificación solemne (Ex 24). La fidelidad es la clave. Mantener este pacto es ser el camino de Israel para la paz con Dios y con los demás. 

El Evangelio de hoy es la conclusión de uno de los sermones principales de Jesús, el discurso misionero, para aquellos que envía a continuar su trabajo en el mundo. Se nos recuerda en el evangelio, que seguir la voluntad de Dios puede ser difícil y hasta perturbador para la paz de las personas. Jesús enuncia en Mt esta paradoja: "Mi misión es difundir, no la paz, sino la división. No por la paz sino por la espada". Lucas cambia esta expresión "espada" por "división" (Lc 12, 51).

El Evangelio declara la inevitabilidad del sufrimiento y la división, bastante indeseado y no deseado. Podemos recordar la "bendición" de Simeón y las palabras a María mientras sostenía al niño Jesús en sus brazos: "Mira, este niño está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será signo de contradicción y así se manifestarán claramente los pensamientos de todos" (Lc 2, 34). ). 

La espada de división se alza por motivos nacionalistas en el Éxodo que registra cómo un nuevo rey que "no conocía a José" llegó al poder en Egipto. La arqueología y la historia han revelado trastornos políticos y sociales en los que una dinastía egipcia nativa había expulsado finalmente a la antigua y odiada dinastía asiática (Hyksos) de Egipto, y en la reacción de temor y odio hacia todos los asiáticos, los israelitas fueron reducidos a mano de obra esclava. El pueblo de Dios fue oprimido por prejuicios raciales y envidias nacionalistas.

En el evangelio parece que los problemas pueden venir de dentro de nuestro propio círculo familiar. La paz forzada no trae ninguna tranquilidad, la trae esa paz que se apoya en una resolución sincera de seguir a Jesús. Si la espada de la discordia golpea en las relaciones familiares, no debe ser por el dominio o la ambición personal, sino sólo por el bien de la conciencia que se las debe resolver. La espada de la violencia nunca trae soluciones morales claras, cualquiera que sea la disputa. 

Estamos llamados a ser sinceros y fuertes, a estar dispuestos a sufrir y a llevar la cruz, a ser humildes y sencillos, a ser hombres y mujeres de confianza en Jesús.

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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Lunes, 15ta. semana, TOA

Primera lectura: Ex 1, 8-14. 22
En aquel tiempo, subió al poder en Egipto un nuevo faraón, que no había conocido a José, y le dijo a su pueblo: "Los hijos de Israel forman un pueblo más numeroso y fuerte que nosotros. Tomemos precauciones contra ellos para que no sigan multiplicándose, no sea que, en caso de guerra, se unan a nuestros enemigos, para luchar contra nosotros y se escapen del país".

Les pusieron, pues, capataces a los israelitas para que los oprimieran con trabajos pesados; y así construyeron para el faraón las ciudades de Pitom y Ramsés, como lugares de almacenamiento. Pero mientras más los oprimían, más crecían y se multiplicaban.

Los egipcios llegaron a temer a los hijos de Israel y los redujeron a una cruel esclavitud; les hicieron pesada la vida, sometiéndolos a rudos trabajos de albañilería y a toda clase de tareas serviles en el campo.

Además, el faraón dio esta orden a su pueblo: "Echen al río a todos los niños que les nazcan a los hebreos; pero si son niñas, déjenlas vivir".

Salmo Responsorial: Salmo 123, 1-3. 4-6. 7-8
R. Nuestro ayuda es invocar al Señor.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
cuando los hombres nos asaltaron,
nos habría devorado vivos el fuego de su cólera.
R. Nuestro ayuda es invocar al Señor.
Las aguas nos hubieran sepultado,
un torrente nos hubiera llegado al cuello,
un torrente de aguas encrespadas.
Bendita sea el Señor,
porque no permitió que nos despedazaran con sus dientes.
R. Nuestro ayuda es invocar al Señor.
Nuestra vida se escapó como un pájaro
de la trampa de los cazadores.
La trampa se rompió y nosotros escapamos.
Nuestra ayuda nos viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
R. Nuestro ayuda es invocar al Señor. 

Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 10
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio: Mt 10, 34–11, 1
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y los enemigos de cada uno serán los de su propia familia.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.

Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.

El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.

Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa''.

Cuando acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, Jesús partió de ahí para enseñar y predicar en otras ciudades.

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