Restaurado a sus sentidos - Evangelio: Mt 8, 28-34 - Miércoles, Semana 13 TOA


El evangelio dice que Jesús trae dos demoníacos a una vida plena. Es sorprendente que después de hacer esto, la gente de la región le imploró que abandonara el lugar. Se podría haber esperado que la gente del lugar aceptaran a Jesús como alguien que viene de parte de Dios, porque este hombre que podía traer libertad a los esclavizados, era lógico que lo hubieran invitado a permanecer entre ellos durante algún tiempo. Seguramente hubo otros en esta región que podrían beneficiarse de la presencia del poder de Dios en el trabajo en Jesús.

Tal vez la gente estaba nerviosa de tal poder para el bien, temiendo que podría hacer demandas sobre ellos. Nosotros también podemos ser tentados a pedirle a Jesús que abandone nuestros vidas, nuestras Iglesias, nuestros barrio, y que nos deje vivir nuestras vidas en paz. 

A veces queremos mantener sus ideales a distancia. Sentimos que su proximidad podría ser muy exigente. Podría llamarnos a salir a atender a los que viven en los márgenes de la comunidad, así como él mismo iba hacia los dos demoníacos que vivían entre las tumbas. 

Si acogemos a Jesús y damos la bienvenida al Señor en nuestras vidas, en lugar de mantenerlo a distancia, descubriremos que nos da la fuerza para responder a la llamada desafiante de su presencia y al responder a esa llamada también encontraremos una mayor plenitud de vida.

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LECTURAS EN LENGUAJE LATINOAMERICANO
Miércoles de le XII semana del Tiempo ordinario

Primera lectura:Gn 21, 5. 8-20:

Abraham expulsa a la esclava-esposa Hagar y su hijo Ismael
Abraham tenía cien años, cuando nació su hijo Isaac. Creció el niño y lo destetaron; ese día Abraham dio un gran banquete.

Sara vio jugando con su hijo Isaac al hijo que Agar, la egipcia, le había dado a Abraham, y le dijo a éste: "Despide a esa esclava y a su hijo, pues el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac".

Abraham lo sintió mucho, por tratarse de su hijo, pero Dios lo consoló, diciéndole: "No te aflijas ni por el niño ni por tu esclava. Hazle caso a Sara en lo que te dice, porque es Isaac quien continuará tu descendencia. Aunque al hijo de la esclava lo convertiré en un gran pueblo, por ser descendiente tuyo".

Se levantó, pues, Abraham de mañana, tomó pan y un odre de agua y se lo puso a Agar en los hombros, le entregó al niño y la despidió. Ella se fue y anduvo errante por el desierto de Berseba. Cuando se le acabó el agua, Agar dejó al niño bajo un matorral y fue a sentarse enfrente, a distancia como de un tiro de arco, pues decía: "No quiero ver morir al niño".

Entonces el niño rompió a llorar y Dios oyó el llanto del niño. El ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: "¿Qué te pasa, Agar? No tengas miedo, porque Dios ha oído el llanto del niño que está ahí. Levántate, toma al niño y llévalo de la mano, porque voy a convertirlo en un gran pueblo". Entonces Dios le abrió los ojos y vio un pozo con agua. Fue, llenó el odre y le dio a beber al niño. Dios asistió al niño, que creció, vivió en el desierto y llegó a ser un gran tirador de arco.

Salmo Responsorial: Salmo 33, 7-8. 10-11. 12-13: R. El Señor escucha el clamor de los pobres.
El Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todos sus angustias.
Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege.
R. El Señor escucha el clamor de los pobres.
Que amen al Señor todos sus fieles pues nada faltará a los que lo aman;
el rico empobrece y pasa hambre; a quien busca al Señor, nada le falta.
R. El Señor escucha el clamor de los pobres.
Escúchame, hijo mío: voy a enseñarte como amar al Señor,
para que puedes vivir y disfrutar la vida.
R. El Señor escucha el clamor de los pobres.

Aclamación antes del Evangelio: Sant 1, 18
R. Aleluya, aleluya.
Por su propia voluntad el Padre nos engendró por medio del Evangelio,
para que fuéramos, en cierto modo, primicias de sus creaturas.
R. Aleluya.

Evangelio: Mt 8, 28-34
En aquel tiempo, cuando Jesús desembarcó en la otra orilla del lago, en tierra de los gadarenos, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y fueron a su encuentro. Eran tan feroces, que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Los endemoniados le gritaron a Jesús: "¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Acaso has venido hasta aquí para atormentarnos antes del tiempo señalado?"

No lejos de ahí había una numerosa piara de cerdos que estaban comiendo. Los demonios le suplicaron a Jesús: "Si vienes a echarnos fuera, mándanos entrar en esos cerdos". El les respondió: "Está bien".

Entonces los demonios salieron de los hombres, se metieron en los cerdos y toda la piara se precipitó en el lago por un despeñadero y los cerdos se ahogaron.

Los que cuidaban los cerdos huyeron hacia la ciudad a dar parte de todos aquellos acontecimientos y de lo sucedido a los endemoniados. Entonces salió toda la gente de la ciudad al encuentro de Jesús, y al verlo, le suplicaron que se fuera de su territorio.

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